domingo, 22 de septiembre de 2013

¿Quién robó nuestros propósitos?





Nos proponemos infinidad de propósitos, especialmente cuando somos  jóvenes, que no se cumplen. Luego nos sentimos frustrados y decepcionados.
                                  ¿Pero… hemos de vivir resignados o hay solución?

Lo primero es ser conscientes de ello, después identificar las causas y por último tomar las pautas para recuperarlos.

  Jonás era  un profeta de Dios. (Libro de Jonás 1:1-4) El propósito del profeta era anunciar las mensajes de Dios a las personas y lugares que le indicase. En cierta ocasión Dios le envió a Nínive para dar un mensaje pero él, posiblemente por su desprecio a los ninivitas, tomó camino opuesto. El relato bíblico dice que se fue de la "presencia de Dios". Lejos de irle bien en su cambio de planes estuvo a punto de perder la vida. 

En muchos casos buscamos causas externas o culpables a nuestros fracasos personales. La pareja responsabiliza al otro cónyuge, el empleado al jefe por despedirle, el gobierno a los bancos por la situación financiera, ... y así podríamos seguir indefinidamente. 

A diferencia de todos estos, Jonás reconoció (fue consciente) que lo que le pasaba era por su responsabilidad. Al final Jonás rectificó y volvió a Nínive. Cumplió la misión encomendada. Sólo tras la rectificación en su vida, hacer la voluntad de Dios, le vino el éxito a su labor (Jonás, capítulo 3)

Podemos asumir multitud de tareas, decisiones, etc pensando que son para nosotros pero simplemente nos estamos enredando y dejando lo esencial de nuestra vida.

 

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