Nos proponemos infinidad de propósitos,
especialmente cuando somos jóvenes, que
no se cumplen. Luego nos sentimos frustrados y decepcionados.
¿Pero… hemos de vivir resignados o hay solución?
¿Pero… hemos de vivir resignados o hay solución?
Lo primero es ser conscientes de ello, después
identificar las causas y por último tomar las pautas para recuperarlos.
Jonás era un profeta de Dios.
(Libro de Jonás 1:1-4) El propósito del profeta era anunciar las mensajes de
Dios a las personas y lugares que le indicase. En cierta ocasión Dios le envió
a Nínive para dar un mensaje pero él, posiblemente por su desprecio a los
ninivitas, tomó camino opuesto. El relato bíblico dice que se fue de la
"presencia de Dios". Lejos de irle bien en su cambio de planes estuvo
a punto de perder la vida.
En muchos casos
buscamos causas externas o culpables a nuestros fracasos personales. La pareja
responsabiliza al otro cónyuge, el empleado al jefe por despedirle, el gobierno
a los bancos por la situación financiera, ... y así podríamos seguir
indefinidamente.
A diferencia de
todos estos, Jonás reconoció (fue consciente) que lo que le pasaba era por su
responsabilidad. Al final Jonás rectificó y volvió a Nínive. Cumplió la misión encomendada.
Sólo tras la rectificación en su vida, hacer la voluntad de Dios, le vino el
éxito a su labor (Jonás, capítulo 3)
Podemos asumir multitud de tareas, decisiones, etc pensando que son para
nosotros pero simplemente nos estamos enredando y dejando lo esencial de
nuestra vida.
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