En diferentes ocasiones me he encontrado con falta de perdón entre
las personas, incluso personas cristianas.
Son personas que tienen "cuentas pendientes" con otras.
Pareciera que los posibles ofendidos llevasen una lista detallada de todos los
males que los otros les han hecho y de lo mucho que ellos han entregado o
sufrido. Aparecen como "pobres
víctimas" del abuso de los demás. Por supuesto ellas se autoconsideran inocentes
de toda culpa. Estás personas se vuelven totalmente irreconciliables, heridas,
dolidas y resentidas. En algunos casos pudiera ser que parezcan reconciliadas
después de pasado el tiempo pero en el fondo se nota que sólo se toleran. Perdonan
quizás de "boquilla" pero en su corazón hay enojo.
El que no
perdona es que no ha entendido el mensaje del Evangelio: "Porque si vosotros no
perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras
ofensas." (Evangélio
de Marcos 11:26)
Jesús dijo: ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo
de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
(Evangelio de Mateo 7:3) Hay algo que es asumir la culpa o responsabilidad de
nuestros actos o acciones. La mayoría de las personas culpan a los demás de sus
males: un cónyuge al otro de la marcha del matrimonio, los chicos que se pelean
culpan al contrario, unos y otros (políticos, bancos, desempleados,...) se
culpan de la crisis, hijos que culpan a los padres y éstos se quejan de sus
hijos, ..., pero pocos asumen la responsabilidad. El primer paso es tomar conciencia de nuestra responsabilidad
y dejar de culpar a los demás.
Cuando Jesús dijo a su Padre en la cruz: "..., perdónalos,
porque no saben lo que hacen" (Evangelio de Lucas 23:34) estaba culminando
delicadamente su obra. Jesús mostro su gran compasión y comprensión del actuar
de los demás en vez de enjuiciarlos. El perdón
es el don que Dios nos otorga para que podamos experimentar el tipo de paz Jesús promete y convertirnos en canales de bendición para losdemas. Así pues cuando no perdonamos truncamos el obrar de Dios, el amor de Dios derramándose
sobre las personas. Por el contrario, cuando perdonamos nuestro
corazón queda libre. La amargura, tristeza o enojo acumulados, e incluso
enfermedad, se van, y otros son alcanzados por Dios.
El perdón es lo que Dios otorga a las personas que se arrepienten
por medio de la cruz. El perdón es un
acto sublime de amor. Por tanto, se ha de perdonar desde el corazón, no desde
la boca. El perdonar pero no olvidar no
tiene cabida.
Cuando la Palabra Dios dice "Todas las cosas nos ayudan a bien"
(Epístola a los Romanos 8:28) implica, entiendo yo, que todas las personas o
circunstancias que Dios ha puesto en nuestra vida, aunque nos desagraden, son
parte del trato amoroso de Dios. ¿No
deberíamos más bien decir: "Gracias por fulanito que me ha hecho..."
Aceptar la voluntad de Dios es la clave de la felicidad. Aceptar las
circunstancias y personas que Dios nos pone es la parte práctica de la voluntad
de Dios. Cuanto más rechacemos lo que nos ofende más se enraizará en
nuestra vida. Cuanto antes lo aceptemos ante se diluirá. En vez de queja,
amargura y resentimiento deberíamos
mostrar gratitud y perdón.
Puedes llevar las cuentas de
todas las cosas que los demás te hacen o bien escoger perdonar con comprensión a
los demás, y así dejar que fluya el amor de Dios a través de ti.
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